Con el calibrador es muy sencillo.
Instalas el software que trae y únicamente tienes que seguir las instrucciones que te va dando al ejecutarlo.
Normalmente solo se necesita ajustar el brillo durante la calibración, al menos en el caso de los portátiles. En un momento dado, hay que colocar el colorímetro sobre el centro de la pantalla y el software va poniendo zonas de color y va ajustando la calibración. Cuando termina, crea un perfil, que es el que se cargará con windows para que la representación de los colores sea la adecuada.
También suelen tener una fotocélula que te permite opcionalmente, durante la calibración, tener en cuenta la luz ambiente en la que está la pantalla.
Independientemente de la calidad de la pantalla, sea de portátil o un monitor de sobremesa es necesario tener un calibrador si quieres editar con fidelidad.
Por cierto, hay monitores que admiten calibración por hardware. Eso no quiere decir que no se necesite un colorímetro para calibrarlos. Si es un monitor "normal", la calibración se hace por software y como te he dicho anteriormente, el resultado de la calibración se almacena en un archivo que hará que con ese ordenador en concreto, los colores se representen adecuadamente. En el caso de los monitores con calibración por hardware, el resultado de la calibración, se almacena en el propio monitor, de manera que ese monitor, una vez calibrado, representará los colores fielmente, independientemente del ordenador al que esté conectado.
Saludos.