Hay sitios en los que le parece a uno que todo el resto del mundo está dormido, en silencio y sin apenas respirar. Pero si uno se fija bien es justo lo contrario. Los deseos, las estrellas, las personas y sus pensamientos fluyen, manan y corren de un lugar a otro, de un lugar a otro sin parar. Son como el tic-tac del reloj de la eternidad.
De un lugar a otro, como las olas de un mar.
De un lugar a otro, como las olas de un mar.
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