Jajaja bueno, yo no soy tan radical. Si a mí me gusta no me importa enseñarlo. Acepto sin problemas las críticas siempre que sean constructivas, como las que hacen los compañeros del foro (hasta ahora todos han sido muy respetuosos con todos).
Además, soy plenamente consciente que el tipo de fotografía que me gusta a mí suele ser más bien minoritaria. Considero que es una suerte saber qué tipo de fotografía me gusta y el no ir dando bandazos. Por bandazos me refiero ahora un paisaje, ahora street, ahora bodegones... desde hace mucho tiempo estoy centrado en un tipo de fotografía en concreto y aún más en proyectos, algunos de larga duración (con el de Bucarest llevo ya 7 años y espero acabarlo la semana que viene si encuentro la foto que estoy buscando).
Personalmente, creo que estar centrado en un estilo y tener un proyecto te ayuda a desarrollarte como fotógrafo. Gustarás más o menos a la gente pero si te gustas a ti mismo, al final, es lo que importa.
Un profesor mío de fotografía siempre me decía: “la fotografía la has de hacer para ti. Si enseñas una foto para que te digan si es buena o no puedes estar seguro que no lo es porque, si dudas, es que no es buena. Además, la foto buena no existe, existe la foto que te gusta o no te gusta a ti. Haz las fotos siempre para ti porque si lo que te gusta es figurar, mejor que te hagas actor en lugar de fotógrafo”.
Al principio no lo veía como él. Años después, no puedo hacer más que darle la razón.
Considero que la técnica es muy importante y que hay que aprenderla no ya para olvidarla o “saltársela” como dicen algunos si no que hay que aprenderla para automatizarla y poder fotografiar aquello que quieres y como quieres casi instantáneamente y sin pensar.
Otro error que se ha cometido a lo largo de los años es el tema de las “reglas”. Sobretodo la de los tercios. Las reglas no existen. Existen formas de componer y se ha de elegir cuál se emplea. Incluso te puedes inventar tú las tuyas propias sin problemas. Por lo tanto los tercios son una manera de componer pero es una composición más de las cientos que hay. Cortar cabezas, cortar el extremidades por las articulaciones, centrar horizontes.... todo esto es perfectamente aceptable si es lo que buscas, algo que la “cultura” fotográfica de los últimos años ha tratado de encasillar logrando cohartar la creatividad y creando fotógrafos “robot” que hacen siempre lo mismo.
La fotografía es arte y, por tanto, es transgresión. Siempre le digo al profesor de iniciación que no diga a la composición de los tercios “regla”, que diga simplemente lo que es, una forma de componer, y que enseñe algunas más de los que hay. A ver si así logramos que los chavales que empiezan hagan algo diferente.
A mi, por mi parte, me cuesta mucho hacer entender a mis alumnos que la regla de los tercios no existe, que es simplemente otra forma de composición y que la has de usar o no según tu propio criterio.
La palabra “regla” implica que algo se ha de hacer de forma repetitiva para conseguir siempre lo mismo. Un desastre si se aplica a cualquier arte.
Mañana os pondré quién le dio la palabra “regla” a los tercios y por qué y alucinaréis.
Otra frase que se debería evitar: “las reglas hay que aprenderlas para saltarselas”. Es una aberración. La palabra “regla”, lleva intrínseco el que no se puede saltar. A nadie se le ocurre sacarse el carnet de conducir y después hacer lo que le venga en gana por la carretera y, si lo hace, ha de atenerse a las consecuencias. ¿No será que no existen las reglas en fotografía? Pues no, no existen. Existe una técnica que hay que aprender, porque es un arte basado en una técnica, y después existen unas maneras de componer: tercios, triángulos, puntos de fuga, capas.... las hay a decenas. Es más, son incontables porque cada uno puede incluso crear la suya propia.
Menudo rollo os he metido jajajaja. Es que, precisamente, es algo que enseño a los alumnos y os puedo asegurar que los debates son apasionantes y enriquecedores
Que conste que esto lo digo desde el conocimiento que soy un fotógrafo muy mediocre pero cuando realmente me he dado cuenta de todo ello es cuando he empezado a evolucionar hacia donde yo quería ir, lo cual es una suerte inmensa. Me queda mucho por aprender. De hecho, estaré aprendiendo toda la vida con total seguridad, pero al menos veo el camino por el que quiero ir y lo estoy siguiendo. He tenido mucha suerte con mis profesores, sobretodo con el último que me ha abierto los ojos y la mente de una manera que jamás hubiera imaginado.