Esta vez el protagonista no es la foto sino este mensaje. Caminando yo por un paseo, contiguo a un parque burgalés -el del Parral-, escuché el aleteo de un ave pegado a mí y el golpe en la cabeza de su ala. Me vuelvo y vi ascender a este ejemplar a la rama. Ella se quedó allí encaramada graznando y graznando sin parar, ni moverse. En otras ocaciones las grajillas no permanecen quietas ahí tan cerca sino que emprenden el vuelo. Pero esta no. Me pareció todo muy extraño pues sentí que todo ese despliegue, aunque me pareciera absurdo, estaba destinado a mí, y no andaba desencaminado. A los dos días, dos conocidas sufrieron ataques más serios (terminaron en urgencias) de grajillas -a partir de su descripción supongo que lo eran- en ese mismo entorno pero a horas distintas. Coincidiendo con estos acontecimientos, resulta que, en ese parque del que hablo -el del Parral-, están talando árboles. Uniendo cabos, todo queda claro. Las nidadas de varias aves se han perdido por esa tala y los pájaros están furiosos por la pérdida de sus pollitos. El Seprona de la guardia civil ha parado la tala precisamente para evitar el daño que se está haciendo a las polladas del año. Pero algunas parejas nidificantes lo han perdido todo y la grajilla no es precisamente un pájaro resignado. Solo llevaba encima un 24 y un 35. No tenía un zoom más largo. Bueno, este es mi homenaje a la despechada mamá (me atrevo a pensar que eran hembras los pájaros más agresivos con nosotros, los humanos.
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